Algunas palabras

Los finales felices no existen
¿Quien cree en eso en realidad?
¿El amante perfecto?
Ojala
Los cuentos de hadas son solo para soñadores
pero...
¿Que seria de este mundo sin aquellos que vuelven los sueños en una gran verdad?

sábado, 14 de agosto de 2010

Miradas de Recelos

Carta: Sensaciones
Tabla: Miradas
Fandom: original

Ttitulo: Miradas de Recelos




Ahí está. Azul, tanto como el cielo que se llena de negro nubarrones, como el mercurio toxico, venenoso. Tan azul, tan frio y ajeno.

Es hermosa, una belleza madura de la primavera avanzada que parece anunciar otoño pero congela el tiempo y queda ahí, tan sublime e intimidante.

Es ella. A la que desposo hacia ya varios años y nunca a conocido realmente. Que le hace sentir como un ya anciano profesor de simbología que ve pasar lo que resta de su vida en un proyecto inalcanzable.

-“Mucho trabajo ¿He?”—Pregunta con la ceja arquead y las piernas cruzadas. La copa de vino se agita en sus delgadas y largas manos tan propias de una experta pianista que sin embargo nunca ha tocado ni una sola pieza

-“Mañana hay junta de comité, todos estamos muy estrados”—Ella asiente ¿Qué otra cosa sí, no? Y sonríe, como últimamente; forzada y enigmática, con el carmín resaltando el blanco de su dentadura

-“Es razonable”—Dice ahora llevándose la copa a los labios. Y ahí aparece, como aire glaciar haciéndole entrar en pánico. Aquella única mirada con una única ceja alzada, los labios entreabiertos y un aura de completo control.

-“Estoy cansado”—Advierte temeroso y ella siente de nuevo, desinteresada, conocedora. Y mientras se cambia siente la filosa mirada azul de la que llama su amada.
La puerta se abre con un leve ruido, pasan apenas un par de minutos y voltea al umbral. Ojala no lo hubiera hecho. De pie, siempre de pie; con ese aire de grandeza, esta ella, copa en mano, cabello negro resbalando como seda sobre su espalda. Dibujando una sonrisa de superioridad.

Lo sabe.

Mentira.


Lo sabe


¿Cómo podría?


Y sale del cuarto con paso firme, decidido—“Ya lo sé”—Le confirma ¿Qué? Prefiere ignorarlo. Da un pequeño brindis, al aire; junto a una penetrante mirada llena de recelo y sigue su camino.
Para él, la carcajada sin sentido que escucho a lo lejano, no fue más que un sueño.

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